El pasado 7 de agosto el océano Glacial Ártico fue escenario de una auténtica operación militar: una abundante flota rusa expulsaba de allí a un moderno submarino estadounidense. ¿Por qué la flota rusa dio tanta importancia a lo sucedido?
El submarino extranjero convertido en objeto de persecución de la flota rusa en aguas internacionales ha sido identificado como un sumergible clase Virginia, que es el último proyecto estadounidense en este ámbito.
El creciente interés de las fuerzas submarinas de EE.UU. en este sector del océano Glacial Ártico situado en el norte de Noruega y de Rusia tiene una poderosa razón: el Severodvinsk, el más moderno submarino multifuncional ruso clase Yasen. Las características técnicas del sumergible que se integró recientemente en la Flota Rusa del Norte –la más poderosa del país–, lo han convertido en un verdadero objeto de cacería, indica un análisis publicado en el rotativo ruso Rossiyskaya Gazeta.
El objetivo número uno de todos los submarinos es conseguir un 'retrato' acústico y electromagnético de sus rivales para su fácil identificación –si procede. Precisamente era eso lo que buscaba el Virginia en las heladas aguas del mar de Barents. Tanto Rusia como EE.UU. conocen las características fundamentales de sus respectivos submarinos. De esta forma, tras aparecer una nave en la pantalla de un sónar de un buque de guerra que realice su misión en el mar, en solo unos segundos pueden conocerse el nombre del submarino y sus características técnicas, al tiempo que se destacan los puntos débiles y fuertes del sumergible. A partir de ese momento solo resta introducir estos parámetros en el sistema de control de armas y seguir las órdenes del mando.
La Marina de EE.UU. dispone de datos sobre los parámetros de todos los submarinos rusos. De todos menos los del Severodvinsk, cabeza de serie del proyecto 885 Yasen. A finales del pasado julio esta nave, la K-560, inició su servicio activo en el Ártico.
El submarino estadounidense clase Virginia es uno de los más modernos elementos de la Marina de EE.UU., aunque en realidad sea una alternativa económica a los submarinos multifuncionales clase Seawolf –cuyo coste para los contribuyentes es desorbitado.
El ataque contra el Virginia no es el primer caso de confrontación de este tipo. Por ejemplo, en 1992 el submarino ruso Krab, del proyecto 945 Barracuda (con casco de titanio), chocó con el submarino estadounidense Baton Rouge, de clase Los Angeles (que supuestamente también mostró demasiado interés en sus características acústicas). El Krab sufrió daños superficiales en el puente –diseñado para romper los hielos árticos– y el submarino se vio obligado a regresar a la base. Por su parte, el sumergible estadounidense sufrió un fuerte incendio, pero pudo volver a su base y fue dado de baja al año siguiente.
Así que el Virginia decidió no tentar la suerte y se retiró de aguas cercanas al Severodvisnk.
Fuente: Actualidad.rt.com
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