Hace poco más de una semana, la empresa canadiense Cascade Aerospace, especializada en servicios y mantenimiento de aeronaves, dio a conocer la firma de su primer contrato con un cliente extranjero, la Fuerza Aérea Mexicana (FAM). De acuerdo con la información proporcionada por Cascade, la compañía ha sido encargada de realizar trabajos de overhaul y mantenimiento mayor en dos aviones C-130K.3 (procedentes de la Royal Air Force británica) de la FAM, además de la integración de una nueva aviónica Rockwell Collins que incluye indicadores digitales de combustible y pantallas digitales multiuso para remplazar la instrumentación analógica.
Este contrato fue negociado mediante el apoyo de la Canadian Commercial Corporation, una estructura gubernamental dedicada al apoyo internacional de la industria canadiense, en especial en lo relativo a contratos con gobiernos extranjeros. Origino tras evidenciarse la bajísima disponibilidad de la flota de C-130 de la FAM, cuando esta se vio movilizada para apoyar en las labores de abastecimiento y evacuación de personas en Acapulco tras las terribles inundaciones que se vivieron allá a finales del verano. En esta ocasión se estableció un puente aéreo hacia la Base Aérea Militar N°7 de Pie de la Cuesta, Guerrero, con el propósito de transportar ayuda humanitaria hacia las zonas afectadas y llevar de regreso a México DF a los miles de turistas que se encontraban bloqueados en Acapulco debido a las inundaciones que habían provocado incluso el cierre del aeropuerto local.
En aquel entonces, si bien la FAM pudo movilizar sus Casa C-295 (al igual que la Aviación Naval) y Alenia C-27J, el único Hercules totalmente disponible fue el L-100-30 (que perteneció a PEMEX hasta inicios de los años 1990) ya que de los otros cuatro aparatos teóricamente en línea (dos C-130E ex israelíes casi inutilizables y un par de C-130K.3 en desastrosas condiciones) apenas los dos C-130K.3 pudieron marginalmente participar, debido a su pobre estado.
En el caso de los modelos C-130K, de los cuales se recibieron, a inicios de la década del 2000, cuatro ejemplares (dos K1 y dos K3), la razón por lo cual hoy en día dos de ellos están ya fuera de servicio y los dos otros en tan mala condición se debe en parte a la forma en que se compraron. En efecto, cuando se decidió adquirirlos, la FAM descarto el incorporar a la vez repuestos para estos modelos o por lo menos los manuales de mantenimiento correspondientes, considerando en aquel entonces que no era necesario aquello puesto que se tenía ya en México la documentación técnica para el C-130A y el modelo H. La FAM decidió ignorar el hecho que los modelos K integran aviónica y sistemas de origen británico, distintos a los que se encuentran en el resto de los C-130 y siguió comprando sus repuestos en EEUU, obligando los mecánicos a improvisar y adaptar piezas norteamericanas sobre los ejemplares británicos… En otras palabras, los C-130K han sido mantenidos mediante improvisación técnica, sin ningún respecto de las normas vigentes para este tipo de aeronaves, algo que más que llamar la atención resulta de lo más preocupante dentro de una institución como la Fuerza Aérea Mexicana…
A raíz de los recientes problemas de disponibilidad evidenciados, el mando de la FAM decidió solicitar cotizaciones para el mantenimiento mayor de estos dos ejemplares, además de estudiarse hasta la fecha la compra de un lote de aviones usados para reconstruir su flota de transporte táctico mediano (que en su momento llego a contar con hasta 10 Hercules). Además de la canadiense Cascade, ganadora del contrato, se sabe que hubo participación de la compañía británica Marshall Aerospace. La elección de Cascade, que es conocida en Canada por darle ya mantenimiento a parte de la flota de C-130 de la Royal Canadian Air Force, probablemente no solo se debió a que su propuesta era la más económica sino sencillamente al hecho que esta sin duda aceptó acatar con las aberrantes condiciones que impone la FAM para este tipo de trabajo.
Una de estas es la obligación para la empresa que responda a la solicitud de presentar una cotización para el costo total de los trabajos de mantenimiento y reparación antes de haber podido desarmar e inspeccionar la aeronave para determinar la amplitud de la recuperación que se requiere. Si bien en este tipo de negocio se presenta una propuesta tentativa antes de iniciar el proceso de servicio, lo normal es que el costo total a pagar por la Fuerza Aérea cuya aeronave está siendo reparada se determine al final de los trabajos y tome de esta forma en cuenta los costos adicionales que genera el descubrimiento de averías que no se habían observado inicialmente u otras situaciones similares. En el caso de la FAM, aquello no funciona así y lo que se paga es lo acordado inicialmente y ni un centavo más. Eso ha hecho que en el pasado empresas de dudosa moralidad regresen aeronaves supuestamente recuperadas cuando en realidad el trabajo de mantenimiento se había interrumpido una vez “consumado” el valor del contrato, sin importar si la maquina aun requería de servicios o no. Se desconocen los detalles del contrato de Cascade pero es probable que esta empresa acabe pagando parte de la renovación de las maquinas con dinero propio, a menos que haya logrado convencer la FAM de flexibilizar el proceso, lo cual es, sin embargo, poco probable…
La recuperación de estos dos C-130K.3 no cambiará la situación de lo flota de Hercules mexicana, la cual, una vez estos aviones sean entregados de regreso a la FAM, se verá limitada a tan solo tres aeronaves (estas dos más el L-100-30). La FAM por fin ha aceptado la urgencia de una renovación y, como lo mencionamos antes, se encuentra en búsqueda de un lote de cuatro a cinco maquinas usadas. Si bien se ha anunciado la intención de comprar un C-130J-30 nuevo en 2014, aquello debe de considerarse como una muy hipotética posibilidad, puesto que el costo del Super Hercules, está muy por encima de lo que la FAM está dispuesta a pagar por un Hercules, aunque sea este nuevo de fábrica y mucho más moderno que los modelos que opera actualmente. A ello se suma el problema del tiempo de entrega de la máquina, el cual es de más de dos años actualmente para un C-130J, algo que la FAM no acepta al día de hoy.
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