Rusia continúa siendo una 'piedra en el zapato' de la estrategia estadounidense hacia un mundo unipolar, y sin resolver ese problema el proyecto global de Estados Unidos está condenado a resbalar. Esta es la opinión del analista político Valeri Alexéyev, comentando los fallidos últimos esfuerzos de 'reinicio' ('reload', como denominara a este proceso en su momento Barack Obama) en las relaciones entre Moscú y Washington. Rusia y Estados Unidos, efectivamente, no han logrado desarrollar un diálogo constructivo en los últimos 20 años.
De hecho los líderes de las dos naciones siguen discutiendo los mismos problemas que abordaban a finales de los 80: cómo aliviar la retórica de confrontación, reanudar las negociaciones sobre el control de armamentos y desarrollar la cooperación económica. Ambas tienen que regresar a esos asuntos cada dos o tres años, tropezando cada vez con nuevos obstáculos. Según el analista, las causas están arraigadas en la doctrina política iniciada en los años 90 por el presidente estadounidense George Bush padre, que formuló el derecho de Washington a lanzar ataques preventivos contra los países que considera una amenaza, aunque no sea inmediata, y 'exportar la democracia' a todo el mundo. La ejecución de este derecho es posible solo con la existencia de tres condiciones: que otros países carezcan de potenciales militares comparables con el estadounidense, que sean incapaces de bloquear las decisiones de EE.UU. y que reconozcan la legitimidad de tal orden mundial.
Es en estos puntos es precisamente en los que se basa la confrontación entre Rusia y Estados Unidos:
1. Con la caída de la Unión Soviética, el potencial militar soviético no fue desmantelado tal y como se hizo con Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial. Rusia sigue siendo el único país capaz de destruir técnicamente a EE.UU. y mantener una guerra a base de armamentos comparables a los norteamericanos.
2. Como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia tiene derecho a vetar las resoluciones estadounidenses.
3. Rusia ha declarado claramente que no reconoce el liderazgo estadounidense. Una forma ideológica de ese rechazo fue el concepto de 'mundo multipolar' proclamado por Moscú y Pekín en 1997.
4. Rusia ha iniciado coaliciones tanto formales como informales destinadas a impedir la política de EE.UU. En la mayoría de las crisis políticas internacionales Moscú trata de buscar el apoyo de Francia, Alemania y China para oponerse a las pretensiones de la Casa Blanca.
5. Rusia desarrolla una política comercial independiente de EE.UU, en materia de exportación de tecnologías militares. Moscú actúa como suministrador de tecnologías para los países que desean aumentar sus potenciales de contrapeso a Washington. Ante la existencia de estas condiciones, formadas por la estructura de seguridad global establecida después de la Segunda Guerra Mundial, solo se puede hablar de un liderazgo estadounidense informal. "Washington tiene que conformarse con esta situación considerando que carece de recursos para castigar a Rusia de manera más tangible que imponer sanciones contra empresas rusas o denunciar casos de violaciones de derechos humanos en Rusia", concluyó el experto.
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